domingo, 18 de octubre de 2009

CAPITULO 3 (8/8)

Carla hablaba de tener una relación estable con un buen chico, divertido, con sentido del humor y responsable. Carla hablaba de sentar la cabeza, de tener una casa con un pequeño jardín, de sus deseos futuros de ser madre. ¿De verdad me estaba hablando de niños? Aunque fueran niños muy futuros como se empeñaba en enfatizar, hablaba de niños. Dejaría que hablara, después ya le dejaría claro que yo no era ese buen chico que andaba buscando. Al menos, no por ahora. Me sentía extraño allí sentado, con aquella buena chica delante de mí, confesándome sus sueños, los pequeños sueños de ser feliz, esos mismos sueños que en más de una ocasión se desvanecen. La miraba atento y me preguntaba qué era lo que estaba haciendo allí, escuchando, deseando estar en cualquier otro lugar menos donde estaba. Y no es que ella me resultara una compañía desagradable, lejos de eso, me parecía una chica amable. Pero me sentía totalmente fuera de lugar, tendría que imponerme y negarme a más citas del estilo. Esto no funcionaba, yo no funcionaba.
Rubén me solía decir que yo solo soñaba y que me había olvidado de vivir. Quizás fuera cierto. Me había abandonado a los sueños y soñaba despierto continuamente. Carla sería una buena opción en ese momento si quisiera vivir y dejar de soñar. Había algo en ella que me decía que era la clase de persona en quien se podía confiar, de aquellas que son fieles a la gente que quieren. Carla me había dado la impresión durante la cena de ser perfecta para mantener una relación seria y duradera. De esas que todos envidian por ser casi perfecta. Y digo casi porque nunca lo seria. Porque yo ansiaba algo más. Y entonces recordé mi sueño, el aspecto vulnerable y extrañado de aquella chica que se perdía en mis ojos. El momento en que la vi, viniendo hacía mí, en aquella amplia avenida, sintiendo la certeza de pertenecerle. Recordé cada detalle, cada momento y recordé el aspecto, sus largos rizos oscuros sobre su blanca piel y su tímida sonrisa. Entonces supe que tendría que hacer caso a los consejos de Rubén, tendría que dejar de soñar y dedicarme a vivir. Tenía la oportunidad perfecta delante de mí. Pero no sería hoy, no sería ahora.

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